Cómo me detectaron que tenía cáncer de riñón

Las cosas hay que empezarlas por el principio, mi historia comienza con el cómo me detectaron que tenía cáncer de riñón empieza un miércoles por la noche de finales del mes de febrero. Vuelvo a casa de entrenar, juego al baloncesto en un equipo de veteranos y entrenamos un par de días a la semana más partido el finde.

Cómo me detectaron que tenía cáncer

Me cambio, y al ir a orinar me sale un chorro rojo, nunca me había pasado algo así y me dije un:

¿Qué coño es esto?

Tras confirmar que era sangre y echar un vistazo a Google un sudor frío recorre mi espalda con lo que leí, abro la aplicación de GVASalut y pido cita. Tuve suerte y me la da a la mañana siguiente a las 9:00.

La atención primaria falló en la primera visita

Primera noche sin dormir apenas, la búsqueda que hice antes de pedir la cita del médico de cabecera hizo su efecto. En esa, y en otras que repetí un par de veces, hablaban de cáncer de riñón como posible causa de la hematuria y eso no tranquiliza a nadie.

piedras en el rión

A la mañana siguiente veo a mi médico, una doctora que ya conocía porque al volver a entrenar “en serio” en el 2014 empecé a hacerme una pequeña revisión casi todos los años con cualquier excusa más o menos justificada. Estas revisiones apenas se reducían a una analítica de sangre y orina. En estas visitas se reducian a que me indicase alguna dieta para bajar de peso un poco y que mis dolores de rodilla mejorasen.
Sus palabras me tranquilizaron “tienes una piedra en el riñón y es la que te ha hecho una herida y por eso sangras” y “un tendrás que orinarla”. Me da cita para un par de semanas después y me pide otra analítica de sangre y orina. De paso me dice que intente conseguir una muestra de la piedra que orinaría para analizarla.

La búsqueda del cálculo en el riñón

Así paso las dos o tres semanas siguientes, con o sin sangre en la orina y en casa con un cedazo que compré para recoger la piedra que me estaba fastidiando. Por supuesto decir que nunca encontré la dichosa piedra.

En el descanso de uno de los partidos de baloncesto incluso un compañero vio que manchaba el urinario y me dijo:

 “¡colega! ¡Estás sangrando!” a lo que yo le contesté que si, que a veces me pasaba porque tenía piedras en el riñón…ni me podía imaginar la que me esperaba.

Primeros dolores

Unos días más tarde se me bloqueo ligeramente la vejiga por unos coágulos que se habían formado. Un dolor intenso, y yo apretando pensando que por fin era la piedra que salía y por eso dolía. Unos segundos de pinchazos y unos hilos de sangre coagulada después y … nada, ni piedra ni nada. Incluso deje de sangrar por unos días.

Y llega la noche de urgencias

Llego a casa de entrenar un miércoles, de nuevo un miércoles, y me sale un chorro de sangre espeso, llevaba días sin manchar la orina y me alarmó. Pero bueno, ya llevaba dos semanas así, se me pasó enseguida y me voy a la cama.

sonda en la uretra

Sobre las dos de la mañana me levanto a orinar, me desperté por un dolor intenso, breve, pero intenso y punzante. Al ir a orinar no sale nada y dolor, dolor, dolor. La vejiga se había bloqueado por los coágulos y no podía orinar nada.

Llegamos a urgencias, al llegar a triage y preguntarme me meten directamente y me sondan. Trato exquisito en las urgencias del hospital de San Juan de Alicante, doloroso, pero efectivos en esos momentos. Me sondan, sale todo lo que tenía allí y me dejan en observación.

Primera prueba una radiografía sobre las cinco de la mañana

Había una uróloga de guardia y tras hacerme una radiografía sobre las cinco y pico de la mañana, me ve poco antes de las siete y nos dice que no ve la piedra, pero que puede ser que por la composición no se vea en la radiografía. Nos dijo que había bajado el filtrado, pero no era grave y que se recuperaría. Ella salía de turno y poco después me verían los urólogos que entraban de día.

La primera visita del urólogo de día

El hospital de San Juan es un hospital universitario, es habitual que vengan por parejas, e incluso más a las consultas, y a primera hora me ve un urólogo junto a una chicha súper joven, bien peinada, pijilla en su aspecto pero con una sonrisa simpática muy atenta a las explicaciones del urólogo. Este me dijo que a falta de más pruebas y que si dejaba de sangrar me quitarían la sonda y que para casa.

Segunda visita, en este caso una uróloga

Y eso pasó, en parte, una hora más tarde, ya salía transparente la orina por lo que pasa otra uróloga y le dice a la enfermera que me quiten la sonda. Y así hicieron, fuera sonda.

Mientras seguía echado a falta de que me diesen el alta van pasando los minutos y tras unos quince o veinte minutos me entran ganas de orinar. Voy al aseo ya vestido para irme, empieza a salir normal y de pronto noto como un golpe dentro y, de nuevo no sale, volviendo el dolor, más leve pero el mismo. Imagino que estaba bajo los efectos del paracetamol y por eso el dolor no era tan intenso como horas atrás.

Vuelta a empezar, no sale la orina y lo poco que sale, sale espeso y rojo de sangre. Las enfermeras avisan a urología, la doctora dice que me vuelvan a sondar y, lo siento..., pero “mi cosa” estaba literalmente acojonada, se escondía y no había manera de que la sonda entrase. El dolor era punzante e inciso, nunca me había dolido algo así.

Las enfermeras y auxiliares no pueden por más que me dijesen:

“relaja el culete que así nos ayudas”

Nada, no había manera de que la sonda entrase. Llaman a la uróloga, mi cama estaba a menos de tres metros de control de la sala de observación. Incluso escucho a las enfermeras hablar entre ellas diciendo que me habían quitado la sonda demasiado pronto y para completar la fiesta, la enfermera que parecía más mayor suelta por teléfono un pues baja y se la pone usted.

Comprensible, yo pesaba casi cien kilos y, aunque lo intentaba, no me quedaba quieto. Mejor dicho no ayudaba a que metiesen aquello por el pene.

Y llegó la doctora, y sí, ella la metió a la primera. No la acuso de nada, al contrario, hizo lo que había que hacer. Dolió lo indecible pero se liberó la orina y comenzaron en ese mismo momento los lavados vesicales.

Aún no lo sabíamos pero ya empezó a rondarme en la cabeza la posibilidad de cáncer.

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