Y me vieron el tumor en el riñón

Tras los primeros lavados vesicales aquello no paraba de sangrar, el tumor en el riñón había provocado algún sangrado pero no tan grande como el de estos dos primero días de hospital. Lo cierto es que el ver como la bolsa de 3 litros de glucosalino entraba a través de la sonda y salía en los momentos que aspiraban aquello con un color rojo no me auguraba nada bueno. Aunque en esos momento aún pensaba que era una piedra en el riñón la causante de todo aquello,

tipos de glucosalino

el ecógrafo encontró el tumor en el riñon

Allí seguía, en observación, roto de dolor en una cama de hospital, con una sonda en mi interior tirando sangre y, por fin a eso de las diez de la mañana, me mandan a que me hagan una ecografía.

Al llegar en la cama, pasando por los pasillos donde está la gente llamemos normal que va a sus pruebas y le cuelen un caso de urgencia es algo chocante y hasta molesto, aunque lógico. Al poco de estar esperando en la entrada de la sala del ecógrafo una sala oscura y más fresca que el pasillo, no mucho más fría pero si lo suficiente para que me diese un escalofrío por la espalda. Todos muy serios aunque muy amables : )

La enfermera te deja allí a solas, junto a la máquina y entra el doctor encargado de buscar mi piedra en el riñón muy serio. El de unos treinta el saliendo de una sala muy iluminada, casi cómo una aparición estelar con fotos tras el.

Póngase de lado, gire eso, sujete así, no se mueva… cara seria mirando el monitor. El ratón sonando clic, clic, escroll, clic, clic y cambios de su emisor sobre mi riñón, por delante y por detrás, primero el izquierdo y luego el derecho y, de nuevo al izquierdo.

¿Qué? ¿Encontramos la piedra? Le digo nervioso ante ese silencio y tanto clic.

¡Habrá que hacer más pruebas! Me contesta súper serio.

ecografía de un cáncer de riñón

Mi pensamiento en aquel momento era de que era un poco estúpido, ya podría relajar un poco el momento. Luego lo entendí.

De nuevo la uróloga de prácticas y su maestro

Tras volver al box de observación no tardaron mucho en volver a verme. Como ya he comentado mi cama estaba a pocos metros de la mesa de control, la cual veía desde mi cama. Vimos llegar al urólogo y la doctora que supongo que estaba en prácticas. La cara de ella no tenía nada que ver con la de una hora y pico antes, ya os he contado que iba muy arreglada y perfectamente peinada de manera formal. Pero en su cara había desaparecido la sonrisa de antes, miraba atenta el monitor donde el profesor de aquel momento le señalaba y hablaba una y otra vez, ante lo que ella cada vez tenía peor cara.

Chungo, le dije a mi mujer que no se había fijado en la llegada de los médicos, se volvió y me dijo medio entre risas que era un exagerado además de  malpensado.

En ese momento se levanta el médico y se dirigen hacia nosotros, la doctora de prácticas iba blanca como la pared y me llamó mucho la atención que se había metido un mechón de pelo en la boca, boca por cierto que ni abrió esta vez. Su mirada mostraba tensión y su gestualidad cierto pánico.

Tenemos malas noticias, en la ecografía hemos visto una masa, no se preocupe que está encapsulado y no ha salido, pero ese riñón hay que sacarlo. Lamentablemente acabamos de cerrar la planificación de las próximas semanas y no hay quirófano, pero repito que no hay problema que está encapsulado y no ha salido.

Tendrá que quedarse ingresado hasta que deje de sangrar y mientras le ponemos en lista de espera para la operación. En breve les avisaremos mientras  conseguimos organizar el quirófano y equipo para la intervención.

Llantos de mi mujer, yo apenas dije nada, un “ok, vale, ya veremos pues…” y creo que nada más. Un apretón de mi pierna por parte del médico para darme ánimos y se fueron por donde habían venido. La estudiante creo que había recibido una de sus clases más importantes que puede recibir un médico, cómo decirle a un paciente que tiene cáncer y, en cierta manera, darle largas y tranquilizarlo ya que no pueden operarlo de inmediato.

Una hora más tarde ya estaba en la habitación que sería mi pequeña sala de tortura con los puñeteros lavados vesicales, imprescindibles, pero dolorosos lavados para sacar toda esa sangre que iba tirando mi riñón izquierdo.

avance en los lavados vesicales


Esa misma tarde vuelvo a ver a la uróloga Raquel, la doctora que me había puesto la sonda esa mañana. Ya sin la urgencia de la mañana me estuvo explicando el caso, que a la mañana siguiente me harían un TAC para valorar la situación, etc, etc.

Siempre pienso que soy una persona con suerte

Siempre he pensado que el baloncesto salvó mi vida en cierta manera y que soy una persona con suerte, si yo hubiese sido una persona menos activa o con un deporte sin impacto a saber cuando habría reventado el riñón y a saber cuando habría dado la cara el cáncer.

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